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EL LOCO, EL MAGO, EL COLGADO Y LA RUEDA
Conversación con Silvina Babich a par3r de su residencia en El Potrero, Chajarí, Entre Ríos.
por Lupita Baliño
“Hallé a un vidente que recorría los objetos y colores del mundo los campos del arte y el saber, de los placeres y de los sen3dos, en pos de imágenes, imágenes” Walt Whitman
De la múltiples posibilidad de universos desde donde contar la experiencia de la residencia en El Potrero – Entre Ríos (que este año se realiza en Chajarí), Silvina elige este relato: el de las imágenes arqueQpicas. Las que existen y las que aguardan la posibilidad de ser, en el estallido y la resignificación de lo conocido
Los primeros elementos que con3ene su relato son la relocalización y el tránsito a través del viaje. Pensar el recorrido como una ac3vidad plena en sí misma, sobre la que puede accionarse a par3r de lo visto, lo oído, lo sen3do y lo vivido se traduce en la decisión de ir registrando en videos el paisaje con los temas de la radio de fondo. No buscar la producción esté3ca, no editar en pos de un resultado, sino tomar del mundo lo dado. El 3empo del tránsito determinado por el azar, la música aleatoria de la radio. Porqué esconder los marcos de referencia, dice Silvina: mejor evidenciarlos y ver cuál es el resultado de la sincronicidad inevitable.
Un segundo componente fundamental de la residencia, es la ac3vidad colec3va que propone: un picnic a la vera del arroyo Yacaré. Silvina lo piensa como una invitación a la detención y a compar3r en un espacio juntxs, un 3empo entre paréntesis para poder pensar la experiencia conocida desde perspec3vas nuevas.
Pensar imágenes de picnics al aire libre nos llena la cabeza de escenas bucólicas arqueQpicas, imágenes de suavidad y paz, de tranquilidad y silencio campestre, de luz sobre manteles y ves3dos color claro. Todo un corpus de representaciones pictóricas y gráficas de estar al exterior y en contacto con la naturaleza, restos y herencias impresionistas y román3cas (y más) introyectadas en nuestras re3nas.
Cuando Silvina propone un picnic a la orilla del arroyo Yacaré, lo imagina lejos de la roman3zación bucólica, algo dis3nto de lo prís3no, lo blanco, lo armonioso. En este caso, la invitación es a sentarse bajo la frescura de la sombra del espinillo, pero junto a las aguas cloacales. La ar3sta 3ene una serie de inquietudes que dan forma a la propuesta: ¿cómo tener una
experiencia de contacto con la naturaleza en estos escenarios?, ¿cómo resultaría un picnic al costado de un arroyo en las condiciones actuales en las que se encuentra un paisaje atravesado por las transformaciones urbanas?, ¿cómo resignificar una situación bucólica con esas vistas, esos olores, esos sonidos, alejados de la idealización del contacto con la naturaleza?, ¿Se puede conectar este paisaje con la experiencia sensual, abandonada al goce y a la distensión que un picnic parece proponer? La invitación es a relacionarse con el entorno, no a
par3r de la crí3ca, dice Silvina, sino prac3car la entrega a la experiencia de lo real, del estar ahí, con todo lo que eso implica.
En esta ocasión, nos conocimos con Silvina ambas como residentes de El Potrero. En estos breves pero intensos días que compar3mos, las derivas del viaje que significa ampliamente la residencia, los saberes compar3dos, los relatos y los intereses en los cuales nos encontramos, nos traen imágenes y sen3dos que no podemos eludir porque están siendo parte de nuestra experiencia directa. Para pensar esta residencia y la ac3vidad que propone, Silvina elige imágenes arqueQpicas del arte y el tarot, como andamiajes de interpretación, como herramientas de pensamiento. Este viaje es un lanzarse a lo desconocido, aventurarse, dice Babich: no sabemos qué es lo que va a pasar, cómo van a resultar las cosas. Es tener
y seguir impulsos, intuiciones y deseos y abandonarse a lo que suceda. En este devenir, las imágenes son marcos de conciencia y de reflexión para incorporar lo visto, lo escuchado, lo sen3do. Imágenes para anclarnos, para conectar la experiencia individual con el pensamiento y la acción colec3va.
En este sen3do el Tarot apareció como un elemento común que nos reunió desde el primer momento en el que nos encontramos. Aproximadamente quince minutos después de conocernos ya estábamos hablando de los mazos que habíamos traído y de nuestro vínculo con este arte de la interpretación de las imágenes arqueQpicas. Es así que nos resultó más que coherente servirnos de los arcanos del Tarot para pensar esta experiencia (par3cularmente la ac3vidad propuesta por Silvina y más ampliamente la residencia). Decidimos así hacer una 3rada desde nuestra intuición y sacar cuatro cartas: EL LOCO, EL MAGO, EL COLGADO y LA RUEDA DE LA FORTUNA. De la mano de estas imágenes encontramos sen3dos profundos a las derivas de nuestras aventuras en Chajarí.
La primera carta que sacamos fue EL LOCO. Este personaje no 3ene obje3vo ni dirección, lo guía su ins3nto, un animalito insistente que lo empuja y 3ronea. El mundo para él se ha conver3do en un mantel infinito, lleno de oportunidades, espacios para acelerar la marcha y otros para detenerse y contemplar. El 3empo está lleno de sí mismo. Es un material moldeable, no una estructura determinante, sino un libro para colorear. Nuestra lectura nos empieza a hablar: aparece en este transcurrir espacio- temporal, la relocalización y el tránsito del(a) ar3sta en su búsqueda crea3va de nuevas experiencias. El viaje como un fin en sí mismo.
Del Loco no sería justo decir que para salir al mundo abandonó un rol, porque aquello que una vez fuimos siempre va con nosotros de alguna u otra manera. Somos tanto lo que sabemos que somos, como lo que ignoramos y también, lo que los demás saben o piensan de nosotros. Somos la cebolla y sus capas, la naranja y sus gajos, los libros con miles de páginas. Somos a la vez afuera y adentro. La voz y la palabra son los puentes que comunican esos dos espacios y nos meten en el mundo.
Igual al nuestro, el derrotero del loco es incierto, impredecible, y 3ene la forma del circulo. Su centro es su bastón de apoyo, el cual marca un punto imprescindible en cualquier recorrido, en el que el movimiento puede detenerse y unx puede descansar y observar el camino realizado. Aún si no se sabe lo que vendrá.. Circular, redondear, son formas del merodeo, es un movimiento y un paso errabundo, que no sigue la certeza de la línea
recta y nos permite volver a pasar dos veces o más por el mismo lugar, aunque uno no sea nunca el mismo. En el transcurso de este camino, el arque3po del Loco deviene en EL MAGO. El mago, sigue la tradición de aquellos que caminaban entre pueblos y entretenían al pueblo: lxs actores, lxs ar3stas, las putas. El mago lleva consigo una mesa para desplegar en cada una de sus paradas, todos los elementos y las herramientas que necesita para su acto. Aparece en el Tarot la dimensión del oficio, del trabajo, del saber hacer con las manos: el arte. También una energía más orientada hacia el afuera, hacia la comunicación con las personas. Quizás el Loco encontrara en cada bifurcación de caminos una oportunidad para decidir algo. El mago aporta una dimensión de responsabilidad concreta más al alcance de su mano: con sus elementos desplegados sobre la mesa y con el público presente, puede decir si el acto que realiza es pura ilusión (un truco) o verdadera magia. Puede ser ilusionista o alquimista. En cualquier caso, al igual que cualquier ar3sta, 3ene en la capacidad de hacer con sus manos, el poder como una bola de fuego: de la expresión de su imaginación, hará nacer un mundo.
La tercera carta es EL COLGADO. Un árbol al costado del camino es su perdición y su único refugio. Él mismo sigue en la tradición de ser un paria, un descartado de la sociedad, un incomprendido. En su trayectoria ha sido el loco, el ar3sta, el bufón, el mago, y también el criminal. En cualquiera de sus momentos, es el que vive fuera de la ley, de lo establecido, de las normas. Ahora ha sido detenido a la fuerza y puesto de cabeza. La detención es obligada y ya no hay opción de movimiento, sus manos ya no pueden accionar ni mover nada. ¿Por donde puede pasar la decisión, la expresión de la voluntad, el movimiento y más importante aún, el poder, cuando el cuerpo está inmóvil?, cuando no hay acción ni trabajo posible, sólo espera y pasividad. Recordamos entonces, que la palabra “espera” viene del laQn sperare: “esperanza”. Creemos escuchar que las cartas nos dicen que el sen3do es este: todavía hay un margen micro de acción que reside en la mirada. Y de dos maneras al menos: puedo cerrar mis ojos si no quiero ver. Puedo abrirlos para observar con todo el 3empo del mundo. Y puedo decidir qué pensar y qué sen3r de lo que veo. Entonces algo vuelve a nacer, como la bifurcación del camino en El Loco, como el metal conver3do en oro en El Mago: una nueva perspec3va. Nombrar algo hace que exista y nombrar algo de manera
diferente, (como sólo el arte a través de la metáfora puede hacer) produce una transformación. El mundo se ha abierto de una forma diferente: ahora veo algo que nadie más ve.
Y ¿qué hacer con este nuevo conocimiento, con este nuevo saber?, ¿cómo devolverle al mundo la generosidad con la cual se me ha brindado? En la úl3ma carta, LA RUEDA DE LA FORTUNA, la forma perfecta del círculo que aparecía en El Loco, vuelve a imponerse; algo me ha sido devuelto en una forma inesperada a través de la observación y la experiencia recep3va: tengo en mis manos un poder con el que puedo accionar sobre el entorno. El mono con espada que rige la rueda nos recuerda que hay un des3no, un azar y un sistema mayor que el individuo. Siempre habrá una dimensión incontrolable. Pero no se puede, o mejor dicho, no se debe olvidar la responsabilidad individual, el gesto personal con el que unx puede o no marcar el mundo, el camino, las personas. La mirada, las palabras, el silencio, la voz, las manos, el saber, el conocimiento, la experiencia, la comunicación, la confianza, la espera y la acción, el 3empo y el espacio, el trabajo, el baile, el ocio, el desaco a lo establecido, el derrotero, el vagabundeo, la ilusión y la magia son los elementos a disposición en la mesa del pres3digitador, del artesanx, del ar3sta; estrellas en una constelación cuyos sen3dos se disparan al infinito, ¿Qué hacemos lxs ar3stas con todo lo dado?, ¿Cómo miramos al mundo?, ¿Que alquimias y transformaciones intentamos en nuestros contextos?